¿Quién cuida del psicólogo?
Empecemos por el principio: un psicólogo es un especialista en predecir, explicar y cambiar el comportamiento humano. Nos referimos aquí a “comportamiento humano” en un sentido muy amplio, tanto a lo que hacemos como a nuestros pensamientos así como a las emociones que experimentamos. Por este motivo, es el profesional indicado cuando una persona quiere cambiar sus hábitos, enfrentar sus miedos, cambiar su forma de interpretar la realidad, aprender a relacionarse de otra forma con los demás y un largo etcétera.
Cuando vemos el largo listado de problemas que aborda un psicólogo, probablemente nos preguntamos: ¿los propios psicólogos no tienen dificultades en ninguna de esas áreas? Y si las tienen, ¿pueden realizar un buen trabajo?
Los psicólogos también se hacen estas preguntas y, en ocasiones, experimentan cierta presión por parte de sus compañeros, de su entorno social o familiar o de sí mismos para mostrar que presentan un equilibrio psicológico óptimo en todo tipo de situaciones. En esta entrada responderemos a estas preguntas y proporcionaremos información acerca de las dificultades que experimentan los psicólogos a la hora de pedir ayuda a otros profesionales.
¿Los psicólogos tienen problemas psicológicos?
De acuerdo con la OMS, una de cada cinco personas presenta algún problema de salud mental a lo largo de su vida y un 8,4% de las personas presentarán un problema psicológico en el transcurso de un año concreto. Tengamos en cuenta que nos estamos refiriendo únicamente a quienes reciben un diagnóstico, si bien muchas personas experimentan dificultades y sufrimiento sin llegar a cumplir los criterios para ningún diagnóstico, por lo que la cifra de personas con problemas psicológicos en un sentido amplio es en realidad bastante superior. Por tanto, podemos concluir que los problemas psicológicos son muy frecuentes y los psicólogos, desafortunadamente, no somos inmunes a ellos.
Hasta la fecha, la investigación realizada con respecto al ajuste psicológico de los psicólogos es muy limitada y desafortunadamente se suele realizar con estudiantes de Psicología y no con psicólogos en ejercicio. Algunas de estas investigaciones sugieren que los estudiantes de Psicología presentan problemas psicológicos con más frecuencia que el resto de la población, si bien esto también se aplica a estudiantes de otras carreras universitarias y puede deberse a las exigencias propias de esta etapa educativa así como al período de transición a la edad adulta al que se suelen enfrentar estas personas. También se observa que los estudiantes de Psicología presentan muchos menos problemas a medida que avanza su formación, lo cual podría deberse en parte a las estrategias que aprenden durante este tiempo.
Asimismo, es posible que algunos psicólogos se hayan sentido atraídos por esta profesión como una forma de comprender y afrontar sus propios problemas, si bien esto no es necesariamente problemático siempre y cuando el psicólogo aprenda a gestionar eficazmente sus dificultades; en cambio, es posible que esta experiencia le sirva para tener mejor empatía y comprensión acerca de lo que sucede en terapia. Por último, cabe añadir que no todos los estudiantes de Psicología terminan por ejercer la terapia psicológica, entre otros motivos porque la Psicología abarca muchos ámbitos, por lo que muchos psicólogos trabajan en recursos humanos, escuelas, investigación, etc., realizando trabajos muy distintos que requieren otro tipo de competencias.
Si nos remitimos a los psicólogos que ejercen la terapia psicológica, una de las cuestiones que debemos tener en cuenta es que, además de las dificultades habituales que puede tener cualquier persona, estos profesionales se enfrentan a amenazas específicas relacionadas con su trabajo. Por ejemplo, los psicólogos se exponen con más frecuencia a la narración de sucesos traumáticos o muy dolorosos y deben limitar o cuidar su expresión emocional en estos y otros momentos. Asimismo, pueden experimentar burnout o agotamiento emocional o tender a descuidar su propio bienestar en pro de las necesidades de sus clientes. Todo ello señala el especial cuidado que deben tener los psicólogos con respecto a su propio bienestar.
¿Los psicólogos acuden al psicólogo?
Teniendo en cuenta que los psicólogos también experimentan problemas psicológicos de distinto tipo, cabe preguntarnos con qué frecuencia acuden al psicólogo para solucionarlos. La respuesta, basada en datos estadounidenses debido a la escasez de datos en nuestro entorno, parece ser que, mientras que 1 de cada 4 personas adultas ha pedido ayuda a algún profesional de la salud mental, 3 de cada 4 de estos profesionales han solicitado ayuda para solucionar sus problemas psicológicos. Esto puede deberse, entre otras causas, al conocimiento de primera mano que tienen estos profesionales de los beneficios de la terapia psicológica así como al menor estigma que perciben con respecto a la ayuda psicológica.
Vemos, por tanto, que los psicólogos acuden a terapia con bastante frecuencia. Y además, la mayoría de ellos expresa que se ha beneficiado de la misma. Sin embargo, a muchos psicólogos aún les cuesta pedir ayuda.
¿Qué dificultades tienen los psicólogos para pedir ayuda?
En este recomendable estudio se decidió investigar qué barreras son las que limitan en mayor medida que los psicólogos den el paso de pedir ayuda a otro profesional. Los resultados muestran que las principales dificultades coinciden con las del resto de la población: escasez de tiempo y dinero.
Otra barrera fundamental se refiere a las dificultades para seleccionar un terapeuta que consideren competente, precisamente debido al mayor conocimiento y criterio que tienen los propios profesionales a la hora de escoger a un psicólogo.
También se señalan las dificultades para reconocer los propios problemas. No obstante, resulta muy positivo comprobar que el estigma relacionado con ir al psicólogo (ya provenga de otros profesionales, de familiares y amigos o de uno mismo) es una dificultad muy poco frecuente, lo cual supone un importante progreso en esta área.
Asimismo cabe destacar las reservas que pueden tener algunos psicólogos para solicitar ayuda por motivos de confidencialidad y respeto a su intimidad. Si bien los psicólogos tienen un estricto deber de confidencialidad, el manejo inadecuado de la información que pueden realizar puntualmente algunos compañeros contribuye a acrecentar los miedos que puedan tener algunos psicólogos con respecto a esta cuestión. Esto pone de manifiesto algo que debe ser evidente: la importancia de cumplir rigurosamente con el deber de proteger la intimidad de los clientes.
Afortunadamente, tal y como destacan los autores del estudio, la mayoría de los psicólogos consiguen superar estas barreras y se muestran satisfechos con los resultados. Asimismo señalan que la posibilidad de realizar terapia a distancia (p. ej., por videoconferencia) contribuye a reducir muchas de estas barreras (menor tiempo y coste, aumento de la oferta de profesionales disponibles, mayor intimidad…).
Por ello, si eres psicólogo…
Recuerda que no eres inmune a los problemas psicológicos y eso es normal. Es posible que atravieses períodos más estresantes o difíciles en tu vida, que haya dificultades que no consigas manejar o que necesites una valoración objetiva para tomar distancia de tus patrones de comportamiento problemáticos. Tal vez el propio trabajo que realizas te “pase factura” en algunos momentos, pues quien ayuda también necesita a veces ser ayudado.
Como hemos visto, que un psicólogo tenga problemas psicológicos es algo frecuente (como lo es para quienes no son psicólogos) y también lo es acudir a terapia con otro profesional. Si bien la propia formación y conocimientos pueden jugar a favor en algunos casos y permitir mejorar y solucionar ciertos problemas personales de forma autónoma, otras veces esto no es posible, pues un psicólogo no es objetivo consigo mismo, del mismo modo que no lo es con sus allegados, y puede necesitar ayuda para modificar su propio comportamiento. En estos casos la forma más eficaz de resolver las dificultades es pedir ayuda profesional.
De acuerdo con los artículos 66 y 67 del código deontológico, tienes la responsabilidad de cuidar de tu salud psicológica, garantizando que tus problemas no interfieren con el servicio que prestas a tus clientes, así como de colaborar con otros profesionales para que cuiden de la suya. Esto en ocasiones requiere ir al psicólogo y otras tantas no. Tener ciertas dificultades puntuales (p. ej., atravesar un período más estresante o una crisis familiar) no te impide ser un buen profesional y hacer un buen trabajo, y de hecho darnos permiso para no ser perfectos es importante para tener un buen ajuste psicológico.
Otras dificultades más generales, prolongadas en el tiempo o que te impidan gestionar adecuadamente tu comportamiento como terapeuta sí pueden interferir en tu trabajo, y tomar las medidas oportunas para solucionarlas te puede ayudar a ser un mejor terapeuta, ya que tal vez te permita comprender mejor a tus clientes, aprender nuevas estrategias y conocerte y gestionarte mejor.
Desde Libertia Psicología queremos expresar nuestro apoyo a todos los psicólogos que atraviesan momentos difíciles y en particular a aquellos que se animan a acudir al psicólogo para aprender y mejorar como personas e, indirectamente, como profesionales. Pedir ayuda cuando la necesitamos no nos hace más débiles sino más fuertes y resistentes.
Irene Fernández Pinto
Psicóloga con autorización sanitaria colegiada con número M-22996. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM-UNED).