Reseña del VII Congreso del SAVECC
Los pasados 18 a 20 de octubre se celebró en Málaga el VII Congreso de la Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento (SAVECC). Se trata de un encuentro con un carácter cada vez más internacional en el que participan profesionales de los ámbitos investigador y aplicado en el marco de la Psicología científica y el análisis de conducta.
Lamentablemente las profesionales de Libertia Psicología no pudimos acudir a Málaga en esta ocasión pero, gracias a la tecnología y sobre todo a la iniciativa de los organizadores, pudimos disfrutar del encuentro en formato online. Por ello, al igual que hicimos hace un año, compartimos con vosotros los puntos que consideramos más reseñables del encuentro.
Durante estos tres días se trataron temáticas diversas. Algunas de ellas abordaron problemas específicos del comportamiento humano en contextos aplicados, como son los problemas de alimentación, TDAH, insomnio, terapia de pareja, control de esfínteres, el autismo, etc. Otras ponencias tuvieron un carácter más ligado a la investigación básica de los principios de aprendizaje en los que se sustenta la terapia de conducta. Asimismo, se trataron temas como la conducta gobernada por reglas o la reestructuración cognitiva, así como investigaciones basadas en las denominadas terapias de tercera generación.
Investigación de los procesos de cambio
No podemos dejar de destacar la conferencia inaugural que corrió a cargo de María Xesús Froxán, quien durante su intervención hizo un recorrido sobre la historia de la terapia de conducta y sus “tres generaciones”. Explicó que el éxito de esta forma de terapia tiene como piedra angular su base en la experimentación científica como guía para sus actuaciones, lo cual hace que no sea sorprendente que los manuales actuales de terapia psicológica basada en la evidencia pongan de manifiesto que este enfoque es el más eficaz. Sin embargo, debido a que la investigación de laboratorio conlleva tiempo y dificultades, durante el último medio siglo se han producido varias “muerte por éxito” de la terapia de conducta en el sentido de que muchos profesionales, confiándose en la eficacia de sus intervenciones, optaron por dejar en un segundo plano la investigación y continuar aplicando su intuición u otras herramientas a la solución de problemas que aún no habían sido suficientemente investigados. Esto ha provocado en gran medida un cisma entre la investigación y la práctica profesional tanto en la denominada como segunda generación (terapia cognitivo-conductual) como en la tercera generación (terapias contextuales). Pese a ello, Froxán destacó la importante contribución de estas últimas terapias en la recuperación de elementos de la terapia de conducta muy importantes que habían quedado relegados a un segundo plano, como la importancia del lenguaje o de la relación terapéutica y lo que sucede durante la sesión.
La profesora y terapeuta reconoció la imposibilidad de someter lo que sucede en contextos clínicos ambulatorios a los mismos procesos de experimentación controlada que se implementan en laboratorio, y sin embargo insistió en la necesidad de realizar adaptaciones en los procedimientos, mediante el uso de la observación sistemática y del énfasis en la conducta verbal, para poder analizar científicamente lo que sucede en sesión y permite el cambio terapéutico. En este sentido, insistió en la necesidad de investigar “por qué funciona lo que funciona” (y por qué no funciona lo que no funciona), en lugar de limitarnos a conocer la eficacia de las intervenciones, para lo cual es necesario analizar cómo se ponen en marcha los procesos de aprendizaje durante la terapia. Solo de esta forma podremos tender un puente entre la investigación básica y la práctica clínica, permitiendo que las intervenciones que realizamos los psicólogos aplicados tengan un verdadero sustento científico.
Froxán criticó el denominado “modelo cognitivo-conductual” señalando su gran alejamiento del análisis aplicado del comportamiento y su asimilación con el modelo biomédico. Mientras que el análisis de conducta considera que los comportamientos, observables (p. ej., habla) y encubiertos (p. ej., pensamiento), son su objeto directo de intervención, de modo que el terapeuta debe comprender qué variables mantienen dichos comportamientos para poder modificarlos, el modelo cognitivo-conductual basa sus intervenciones en un diagnóstico o etiqueta psiquiátrica y considera que la conducta no es sino el síntoma o el medio para llegar a “las verdaderas causas del trastorno”. Esto sitúa a ambos enfoques terapéuticos en extremos muy alejados entre sí.
Desde el análisis aplicado de la conducta, se entiende que la terapia no es la mera aplicación de unas técnicas psicológicas, sino un proceso dialéctico en el que la conducta del cliente es moldeada por el terapeuta en un contexto, el clínico, que no es sino un contexto natural más.
La profesora culminó su intervención haciendo una llamada a los psicólogos experimentales sobre la necesidad de preocuparse de las implicaciones aplicadas que puedan tener sus resultados, así como otra llamada a los psicólogos aplicados a perder seguridad en su trabajo y a aprender más sobre la Psicología básica con el fin de entender mejor los procesos que explican la eficacia de sus intervenciones. En este sentido, Froxán fue tajante indicando que trabajar de forma meramente intuitiva es una práctica carente de ética y que los psicólogos debemos ser más exigentes con nosotros mismos y los procedimientos que aplicamos en terapia. El compromiso con el estudio del comportamiento es un compromiso con la sociedad y por ello debemos difundirlo y defenderlo.
Grupo de investigación ACoVeO
También participaron en el congreso diversos miembros del grupo de investigación para el análisis de la conducta verbal en contextos clínicos con metodología observacional (ACoVeO), precisamente persiguiendo el objetivo de tender puentes entre la investigación básica y la práctica clínica. Algunos de los temas abordados por este equipo fueron:
Los avances en el desarrollo del sistema de categorías de observación que ha desarrollado este equipo con el fin de analizar las verbalizaciones que emite el terapeuta en sesión desde una perspectiva funcional. Ricardo de Pascual Verdú explicó que este análisis observacional es un trabajo extremadamente laborioso de análisis de sesiones y detalló el proceso por el cual este equipo ha ido realizando modificaciones en el sistema de observación con el fin de poder describir mejor la funcionalidad de las distintas verbalizaciones del terapeuta y el efecto que tienen durante la terapia.
Por su parte, Miguel Núñez de Prado explicó que, pese a que suele creerse que el estudio de problemas calificados como graves como las psicosis excede a la capacidad explicativa del análisis funcional de la conducta, debemos recordar que las primeras intervenciones desde este enfoque se realizaron precisamente en contextos institucionales. Este investigador propuso una definición operativa y funcional de las alucinaciones, los delirios y el lenguaje desorganizado que son los “síntomas” más destacados de este tipo de problemas y mostró que los resultados de una revisión sistemática habían indicado que la intervención conductual sobre estos comportamientos los reducía en un 72%, consiguiendo resultados altamente eficaces. Concluyó enfatizando que tal vez debamos comenzar a dar más importancia a las circunstancias de las personas que sufren estos problemas y centrarnos menos en su cerebro.
Gladys Pereira explicó la incorporación del estudio de los procesos de condicionamiento pavloviano que tienen lugar durante la terapia y que habían sido eclipsados por la investigación de los procesos operantes.
Carolina Trujillo comentó las primeras aproximaciones que están realizando a la investigación de la correspondencia entre lo que el cliente dice en sesión, lo que hace y lo que reporta al terapeuta que ha hecho, con el fin de mejorar la capacidad del terapeuta para promover un cumplimiento adecuado de sus instrucciones.
Jesús Alonso Vega explicó las limitaciones de los metaanálisis para el avance del estudio del comportamiento humano en la medida en que obligan a recopilar muestras homogéneas y a aplicar protocolos de tratamiento estándar, impidiendo la personalización de las intervenciones que se realizan así como el análisis de los mecanismos de cambio implicados, más allá de los resultados. Asimismo sugirió algunas propuestas para tratar de realizar metaanálisis a partir de estudios de diseño de caso único que permitan sintetizar los datos de este tipo de estudios y comparar sus procedimientos comunicando los resultados de forma cuantitativa.
En resumen, se trató de un encuentro de sumo interés, que nos permite continuar formándonos y actualizándonos activamente. Esperamos poder asistir al próximo encuentro que tendrá lugar el próximo año en Madrid y continuar aprendiendo de nuestros compañeros.
Irene Fernández Pinto
Psicóloga con autorización sanitaria colegiada con número M-22996. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM-UNED).