La asertividad en tiempos de coronavirus
/En esta situación de inestabilidad e incertidumbre tanto personal como social y laboral se hace más indispensable que nunca utilizar ciertas estrategias de asertividad para mejorar la comunicación con las personas con las que compartimos cuarentena, enfrentarnos a situaciones difíciles en el trabajo o poner límites en nuestro día a día. Y es que mantener una buena comunicación respetando tanto nuestros propios derechos e intereses como los de los demás puede ayudarnos a afrontar de forma más eficaz la situación en la que nos hayamos inmersos. Veamos distintas situaciones en las que la asertividad puede ser la estrategia de afrontamiento óptima, ya sea estando confinado en casa como fuera trabajando.
Si estás confinado en casa…
¿Quedamos para hacer una videollamada? ¿Hacemos ejercicio juntos? ¿Empezamos a ver la peli al mismo tiempo y la comentamos? ¿Hablamos por teléfono? ¿Estás disponible para hacer una gestioncilla del trabajo?
La situación actual nos ha puesto en la tesitura de tener que hacer muchos cambios y adaptarnos a algo novedoso y difícil. Entre ellos, como no podía ser de otro modo, nos toca reinventar las relaciones sociales. Si antes era difícil encontrar tiempo para tomar un café con alguien que hacía mucho que no veíamos, ahora se está comenzando a dar por hecho que el tiempo no es un problema, nos sobra por doquier y lo que necesitamos es rellenarlo. Pero esto puede llegar a convertirse en un factor estresante añadido a la ya estresante situación que estamos atravesando.
Como ya comentamos en un post anterior, es importante mantener el contacto social en estos momentos de confinamiento porque puede repercutir muy positivamente en cómo te sientas. Sin embargo, es fácil caer en dedicarle más tiempo o espacio a esto de lo que nos gustaría, incluso en verlo como una obligación, como resultado de varios factores:
Puede que tengamos más tiempo libre que antes: esto puede llevarnos a pensar que debemos aprovechar ese tiempo para estar en contacto con todo nuestro entorno social, incluyendo aquellas personas con las que llevamos tiempo sin hablar.
Puede que parte de nuestro entorno tenga más tiempo libre que antes: esto puede facilitar que nos demanden una mayor frecuencia de interacciones, ya sea por llamada, videollamada u otro medio escrito.
Puede que pensemos que tenemos la obligación de atender esa demanda del entorno: a veces el problema surge cuando no nos sentimos con el derecho de decir que no a un ofrecimiento de un plan, ya sea hacer una llamada o quedar a cierta hora para realizar deporte en grupo de forma online.
A pesar de que no hay una única forma adecuada de gestionar la situación a la que nos enfrentamos, es importante intentar reflexionar y analizar si estamos cediendo demasiado a los deseos y peticiones de los demás, dejando de lado lo que nos apetece o necesitamos nosotros mismos. Esto, a largo plazo, puede generar estrés por sentirnos en la obligación de acceder a las demandas del entorno que, como veíamos, pueden incrementarse en estas circunstancias. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Debemos tener claro que tenemos derecho a que no nos apetezca en un momento determinado hacer cierta actividad, sin que eso implique necesariamente que no nos interese la persona que nos lo está ofreciendo. Puede ser que, en determinado momento, prefiramos estar pintando o haciendo otra actividad que hablar por teléfono con nuestra mejor amiga sin que eso signifique que no nos interesa o que no nos importa.
Es importante pararse a pensar si realmente nos apetece llevar a cabo el plan que nos proponen antes de aceptar de manera automática. Esto puede ser una tarea compleja si no estamos acostumbrados a hacerlo, pero con práctica se puede ir consiguiendo. Habrá veces que nos apetezca más y otras que nos apetezca menos, y teniendo eso en cuenta podemos ir decidiendo en cada momento si nos compensa más hacerlo o no.
Atrevernos a decir que no de forma asertiva (en este podcast puedes encontrar información interesante sobre asertividad): puede que la primera vez nos cueste, pero ese efecto inicial de nerviosismo se verá compensado cuando, a medio y largo plazo, vayas experimentando un mayor control sobre tu propia conducta y tu propio tiempo. Para decir no de forma asertiva lo más importante es entender que es normal que no siempre queramos hacer lo que nos proponen y, simplemente, hacérselo saber a la otra persona (por ejemplo: muchas gracias por el ofrecimiento, pero ahora mismo estoy ocupada con otra cosa y no me apetece, ¿podríamos vernos más tarde?). A veces se pueden ofrecer otras alternativas como forma de hacer saber a la otra persona que nos interesa el plan en sí, aunque no el momento en el que se propone.
Si estamos pasando la cuarentena con nuestra pareja, familia o compañeros de piso, podemos llegar a sentirnos agobiados si caemos en la tónica de hacerlo todo juntos o de estar todo el día pendientes los unos de los otros. Y es que se ha producido un cambio estimular muy grande, lo que implica que hasta hace muy poco las personas que convivís bajo el mismo techo teníais una rutina compartida, pero también una rutina separados (bien por trabajo, salir a hacer recados en distintos momentos…). Pasar de eso, a estar juntos sin salir las 24 horas al día puede llevar a acumular mucha tensión e incrementar la cantidad de problemas y discusiones que se produzcan.
Por ello, es importante mantener una comunicación abierta y fluida en la que podamos expresar nuestras necesidades en cada momento, tanto nosotros, como los demás. Para ello:
Pedir tiempo y espacio a solas si se necesita: es normal querer pasar tiempo a solas, querer tener privacidad para ciertas cosas o incluso hacer actividades en solitario. En este sentido, hay personas que sentirán que necesitan más tiempo a solas y personas que preferirán pasar más tiempo acompañadas. Es simplemente una cuestión de gustos, y que alguien quiera pasar tiempo a solas no implica que no quiera pasar tiempo con la otra persona. Es muy importante no establecer este paralelismo para no sentirnos mal si son los demás los que nos piden espacio, al igual que nos ayudará para pedir espacio a los demás si somos nosotros los que queremos estar solos. Puede ser de gran ayuda pactar unos momentos al día “de estar cada uno a su aire”.
Comunicar cómo nos sentimos y lo que nos molesta: precisamente esta situación nos ha podido poner en la tesitura de compartir mucho tiempo con nuestros familiares, pareja o compañeros de piso en un espacio reducido y, ojo, sin “escapatoria”. A esto, hay que añadirle el estado de ánimo por el que esté pasando en cada momento cada una de las personas, los diferentes ritmos (uno puede ser más diurno, otro más nocturno…) que influyen en la variabilidad de la activación y las ganas de hacer cosas de cada uno, así como la forma en la que afecte la situación de confinamiento a cada uno. Todas estas variables, mal mezcladas, pueden llegar a ser un cóctel de emociones que desemboque en discusiones si no se gestiona bien. Es importante poder transmitir a los demás miembros de la casa cómo nos sentimos y, si hay algo que nos moleste, no esperar a que se acumule el enfado para explotar si no transmitírselo a la otra persona de forma constructiva antes de que nos haya quemado tanto que derive en una discusión. Seguir estos pasos os puede ayudar:
Describe la situación de manera objetiva: esto implica hacer referencia a una situación concreta que haya sucedido recientemente y no utilizar palabras como siempre que… o nunca haces tal cosa… si no algo así como: “antes te he preguntado que si querías ver otra cosa en la televisión y me has respondido que no y parecía que estabas enfadado“.
Explica cómo te sientes, en primera persona y sin atribuir a la otra persona la responsabilidad de dicho sentimiento: “ante esa reacción me he sentido dolida”.
Pide un cambio concreto: “me gustaría que la próxima vez, si prefieres que veamos otra cosa, me lo digas para que podamos decidir juntos”.
De esta forma, se consigue expresar lo que nos molesta, ayudando a la otra persona a entenderlo e incluso proponiendo un cambio o solución al problema. La alternativa de no hablar este tipo de situaciones, por su parte, suele ser acumular emociones negativas que dificultan y erosionan la convivencia y la relación (sea el tipo de relación que sea).
Entender que es posible que TODOS estemos más sensibles o inestables emocionalmente que de normal, si bien esto no justifica que tengamos conductas inadecuadas con el resto de miembros con los que convivimos (ni ellos con nosotros). No obstante, es importante tener en cuenta que ante una situación tan incierta como la que estamos viviendo y dado que el aislamiento conlleva un importante cambio para nuestras vidas, es posible que en algunos momentos tengamos que enfrentarnos a una variabilidad emocional más alta de lo habitual. Precisamente por esto, puede ser de gran ayuda tratar de entendernos y cuidarnos entre todos, mejorando la comunicación en la medida de lo posible para fomentar que el clima sea lo más agradable posible.
Si, por el contrario, te encuentras compartiendo espacio con personas con las que no tienes un trato agradable o con las que no quieres tener relación, puede ser todavía más importante valorar si necesitas pedir espacio, poner ciertos límites o tener una comunicación más asertiva y cordial que nunca. Otra opción que puede ayudarte a sobrellevar mejor la cuarentena es decidir aislarte con respecto a la otra persona para minimizar de esa manera el contacto y evitar os roces que puedan surgir, teniendo en cuenta precisamente que en esta situación se puede llegar a acumular bastante tensión y la comunicación no siempre es fácil o bien recibida en situaciones en las que la relación esté deteriorada de antemano.
Es posible que nuestras rutinas choquen con las de los demás, tanto en espacio físico, como necesitando cierto tipo de aparatos (ordenador, cable de red, teléfono de casa…). En este caso, lo mejor es tratar de negociar siguiendo las pautas dadas previamente para pedir cambios a la otra persona, entendiendo que en ocasiones nos tocará adaptarnos a nosotros.
Si tienes que trabajar de cara al público…
En este caso es probable que tengas que estar exponiéndote a muchas situaciones complicadas de gestionar. De primeras, vivimos en una sociedad en la que está muy fomentado y extendido el contacto social como variable que nos caracteriza. Además, llevamos ya varias semanas con una cierta privación de contacto físico que se puede traducir en gestos o conductas de acercamiento cuando estamos con gente, por ejemplo, al ir a comprar.
¿Cómo puede afectarnos todo esto? Pues bien, aquellas personas que trabajan de cara al público (en supermercados, tiendas que permanezcan abiertas, transporte público, limpieza, mensajería…) se exponen diariamente al contacto con muchísimas otras personas que, bajo estas variables, pueden ser menos cuidadosas de lo que requiere una situación como la que estamos viviendo, acercándose, tocando a los trabajadores u ofendiéndose si estos tratan de mantener la distancia de seguridad.
¿Cómo manejar esta situación si soy trabajador de cara al público?
En primer lugar, es importante recordarte en todo momento que la situación es real y, por tanto, aunque pueda haber gente que no le dé importancia, tienes derecho a exigir que se respeten las medidas de seguridad, incluyendo la distancia de seguridad.
Si alguien no respeta las medidas de seguridad pide a la persona que retroceda, dile claramente que está exponiéndose y exponiéndote a un posible contagio. Si esa persona trata de convencerte con otros argumentos o restándole importancia, recuerda que tienes derecho a exigir que se respete las precauciones de seguridad y, llegada la necesidad, puedes acudir a tus superiores para que gestionen ellos la situación e incluso llegado el caso, a la policía. En cualquier caso, no tienes por qué permanecer en dicha situación mientras los clientes o usuarios no respeten las medidas de seguridad necesarias, aunque entendemos que hay situaciones muy complejas que no siempre tienen una solución fácil y rápida.
Si esto te sucede con compañeros de trabajo, las pautas para realizar peticiones vistas más arriba en este mismo post pueden ser de mucha ayuda. Si el problema persiste, nuevamente te recomendamos acudir a un superior que pueda gestionar la situación por ti.
Si, por el contrario, consideras que la situación no es tan grave o importante (seas trabajador o usuario de un servicio) es fundamental que comprendas que tus conductas no deben poner en riesgo a los demás. La conclusión, por tanto, es que tendrás que tomar las precauciones igualmente, puesto que los derechos de cada persona son fundamentales y si me salto estas normas de seguridad estoy pasando por encima de los derechos de los demás.
También es importante intentar entender que para la otra persona sí que pueda existir un riesgo o puede darle miedo la situación, por lo que trata de recordar esto si te sientes ofendido ante la petición de mantener la distancia de seguridad o cualquier otra medida.
Si tienes que trabajar presencialmente sin ser realmente necesario o sin las medidas de protección adecuadas…
Un problema importante que se está produciendo es la insistencia por parte de algunas empresas de continuar trabajando de forma presencial incluso existiendo la posibilidad de adaptar el trabajo para hacerlo de forma remota o tratándose de actividades que no son realmente esenciales. Si bien ante este tipo de situaciones surge la dificultad de decidir, de forma individual, hasta qué punto se puede o no pedir como trabajador a la empresa que adopte una serie de medidas, queremos daros algunas sugerencias que puedan ayudaros en esta labor:
Explicar de forma asertiva las razones para pedir la adaptación del puesto laboral, utilizando los argumentos concretos para cada caso, pero basando la petición en la priorización de la salud física de las personas y, sobre todo, haciendo hincapié en la necesidad de adoptar medidas extraordinarias ante una situación como esta.
Proponer alternativas: a veces algunas empresas no van a estar dispuestas a aceptar la alternativa de trabajar desde casa, pero puede existir la posibilidad de proponer otras opciones, como reducir la cantidad de horas que se trabaje presencialmente o solo para ciertas tareas indispensables, intentando teletrabajar la mayor parte del tiempo en la medida de lo posible.
Exigir, como mínimo, las medidas de protección adecuadas. En este punto, además, estarás amparado en todo momento por la Ley y tienes el derecho a que se cumpla con las medidas de protección necesarias en cada momento. Llegado el caso, puede ser una opción “aliarte” con tus compañeros para exigir en conjunto que se cumpla con dichas medidas.
Si a pesar de todo esto ves que te cuesta especialmente ser asertivo con los demás, decir que no cuando te proponen una llamada, o pedir que respeten el espacio de seguridad cuando estás trabajando, quizás sería bueno que pidas ayuda a un profesional para que evalúe de forma individualizada tus dificultades y te ayude a aprender a manejar estas situaciones de una forma más satisfactoria para ti.
Elena Gálvez Delgado
Psicóloga general sanitaria colegiada con número M-34545. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA). Miembro del grupo de investigación Acoveo.